FECHA: 16 y 17 DE MAYO DE 2025
LUGAR: POBLE ESPANYOL (BARCELONA)
PROMOTOR: ENTZUN / HFMN
La temporada de festivales calienta motores y, si hay algo que caracteriza a la ciudad condal —además de la invasión turística descontrolada y la proliferación de superillas—, es la fidelidad de su escena hardcore punk. Una comunidad devota que lo mismo recorre el underground catalán que ficha sin titubear en las grandes convocatorias de una montaña de Montjuïc que ya ha visto colgar las guitarras de referentes punk como NOFX o Sum 41. Una familia que bien merecía reconvertir el inicio del fin de semana en un festival de la mano de Entzun y HFMN, coincidiendo con el arranque del Reconstruction Tour en su única cita española y la gira exclusiva del 45 Years Doing What You Want de Bad Religion.
Dos fechas ineludibles que recuperaban el espíritu de los Barna’n’Roll, de los antiguos Eastpak Antidote Tour y, principalmente, del añorado Deconstruction Tour, del que recogían las cenizas para revivirlo con más fuerza que nunca, con los veteranos Pennywise en lo más alto del cartel.

Furia, nostalgia y hermandad se dieron la mano en un majestuoso Poble Espanyol que se reencarnó en la Plaza de San Pedro para celebrar un cónclave de dos jornadas que congregó a bandas capitales de la escena hardcore neoyorquina, junto al mejor punk rock local y estandartes melódicos de peso compartiendo escenario con nuevas voces de discursos potentes. Casi un ritual, una misa de entronización de pogo y puño en alto para rendir pleitesía a Greg Graffin y presenciar lo más cercano a un evento canónico en la vida de la parroquia punk barcelonesa: la celebración de una carrera intachable que, por más de cuatro décadas, ha influenciado al mundo más allá de lo estrictamente musical.
En un contexto sociopolítico global más agitado que nunca, el mensaje de bandas como las que se reunieron en Barcelona aquellas dos noches funciona como vehículo para unir a una sociedad cuyos gobernantes se empeñan en destruir. El punk como revulsivo y símbolo de lucha, como arma que radiografía la actualidad, despierta a los muertos y escupe verdades en la cara. No existen partidos, fronteras ni territorios que separen a dos hermanos que corean ‘Bro Hymn’ en un éxtasis de fraternidad colectiva más poderoso que cualquier ideología. Y si no, que se lo digan a las más de cuatro mil personas que abarrotaron el Poble Espanyol el viernes y agotaron, con mucha antelación, las entradas del sábado en la capital catalana.
VIERNES – RECONSTRUCTION TOUR
La primera cita daba comienzo pasadas las 18 de la tarde del viernes. Recogida de pulseras sin problemas y acceso fluido al recinto con los primeros asistentes resguardándose del sol y pipeando el merch mientras los tiradores de cerveza iniciaban su maratoniana jornada. Con una puntualidad que reinó positivamente a lo largo del fin de semana, arrancaban Dead Pioneers desde Colorado ante una media entrada en la plaza. Con su nuevo álbum Po$t American bajo el brazo y un montón de buenos argumentos, la banda liderada por Gregg Deal ofreció una actuación intensa y reivindicativa en pro de los derechos de los pueblos nativos americanos y, por extensión, de otras minorías que están siendo amenazadas en Estados Unidos. A ratos más cercanos al punk rock de The Bronx (‘My Spirit Animal Ate Your Spirit Animal’) y otros al hardcore de Suicidal Tendencies (‘Dead Pioneers’) convencieron en todos los sentidos.

Igual de reivindicativos, pero con un envoltorio más melódico, The Iron Roses saltaban al escenario para divertirse y divertirnos. No deja de ser llamativa la transformación que ha hecho Nathan Gray, otrora cantante de Boysetsfire, tanto musical como visualmente. Haciendo bandera de su identidad no binaria, lucía medias de rejilla y botas de tacón, y junto a la co-vocalista Becky Fontaine nos deleitaron con una decena de temas de punk rock, con algún toque ska y alguno de teatro musical a lo Rocky Horror Picture Show, que seguro chiflarían a Fat Mike. Raro sería que no los acabe fichando para Fat Wreck.

Aún con el día resistiéndose a oscurecer sonaban las primeras notas atronadoras de la tarde. La sección hardcoreta más batallona se despedía de los suyos para posicionarse en el pit como quien se prepara para la guerra. No hicieron falta presentaciones ni lonas que ilustraran el logo de la banda al fondo del escenario, sólo la batería de Loren cogiendo carrerilla y un grito desgarrado para despertarlos a todos: “Your time is up!”. Se acabaron las tonterías, Comeback Kid irrumpía como la expansión de una bomba de destrucción masiva dispuestos a dejar claro, por si algún rezagado aún no se había enterado, que un directo como los suyos es todo un fenómeno de la naturaleza.
Llegaban a Barcelona aún con el sabor de boca del desenfreno del bolo en Madrid del pasado mes de abril en su Wake the Dead Anniversary Tour, donde celebraron el 20º cumpleaños de su segundo disco, Wake the Dead (2005), álbum de cabecera para toda una generación de seguidores. Y aunque es regla no escrita que la energía no se concentra igual en un escenario de grandes dimensiones que en una sala más íntima, las revoluciones que tomaron las primeras ‘False Idols Fall’, ‘My Other Side’, ‘The Trouble I Love’ o ‘Talk is Cheap’ daban clara muestra de que para los canadienses la intensidad y la garra no entienden de espacios.
Sangre, sudor y moratones en el pit, engorile in crescendo y trallazos sin respiro: ‘Partners in Crime’, ‘Our Distance’ y ‘Falling Apart’. Andrew Neufeld bajando al foso y fusionándose con las primeras filas para compartir micro con los crowdsurfers que lo alcanzaban. Euforia colectiva con la venida de dos apuestas ganadoras, ‘Heavy Steps’ y ‘G.M. Vincent & I’, y el ritmo seguía imparable. Hay quien salía del barullo para coger aire pero el repertorio no daba tregua. Moshpit hoy y ya si eso Ibuprofeno para mañana. Hardcore en estado puro, agresivo, veloz e intenso. Un desafío muscular que tocó techo con el fin de fiesta de ‘Wake the Dead’, un himno que mide la potencia de una banda de ascenso imparable.

Minutos de descanso de puro trámite, porque la olla seguía hirviendo y Madball no aterrizaban con intención de apaciguar los ánimos. Invitados estrella en exclusiva para la cita barcelonesa, Freddy Cricien y los suyos no coincidían por pocas horas con sus hermanos de Agnostic Front, pero su otra “familia” les esperaba con ansias en el pogo como siempre que se han dejado caer por nuestro país. Secundados por una extensa trayectoria que les avala, prendían la mecha con un ‘Can’t Stop, Won’t Stop’ que volvía a reactivar la lucha en el pavimento.
Desde los cimientos del hardcore en las calles de Nueva York, su puñetazo seco sigue conectando con un público totalmente entregado a la causa, enloqueciendo con la frenética ‘Get Out’ o dejándose el alma acompañando ese ‘Hardcore Lives’ que es texto sagrado y declaración de intenciones. Una contundencia técnica y enérgica unida a los malabarismos con el micro de un Freddy que se recorría las tablas de punta a punta y se dirigía en español a sus seguidores. El único miembro original de la banda desde su formación no dudaba en abalanzarse sobre las primeras filas agitando su melena en una ‘Set It Off’ descomunal mientras en el público manteaban a un chico en silla de ruedas. Una imagen que describe bastante bien la filosofía de esta apisonadora que más allá de su rugido tiene claro los valores que la mueven: familia, respeto y comunidad.

Y llegaba el turno de uno de los grupos más esperados de festi: Propagandhi. Ay, Propagandhi, ¿qué haremos con vosotros? La cosa ya empezó un poco torcida porque la banda estuvo plantada en el escenario sin poder empezar porque, al parecer, al bajista y co-vocalistaTodd Kowalski le había entrado un apretón y había ido al baño. No pasa nada, todos somos humanos. Lo que fue un poco más frustrante es que una vez más el sonido no los acompañó. Más allá de que a veces el limitador del Poble Espanyol juega malas pasadas, en su caso ya empieza a ser la tónica, así que igual el problema lo tienen ellos. Evidentemente no es que toquen mal, pero deberían replantearse seriamente la ecualización de sus instrumentos. Es muy difícil hacer metal (que al fin y al cabo es hacia donde tiran temas nuevos como ‘Rented P.A.’, ‘Cat Guy’ o ‘Guiding Lights’) con las mismas armas que cuando hacías punk rock. En especial, la guitarra de Sulynn Hago sonaba a culo. Tampoco ayudó a que fuera su primer concierto en más de un año (a Chris Hannah se le olvidó la letra de ‘Apparently, I’m a P.C. Fascist’ y pasaron a tocar ‘Back To The Motor League’) y aunque la cosa fue mejorando algo hacia el final, no es el concierto que sonábamos. En fin…
Con la noche en todo su apogeo y una plaza ya prácticamente a reventar con algún tarareo anticipado de ‘Bro Hymn’ entre el público, la banda con el nombre de uno de los personajes más icónicos de la historia del cine de terror hacía acto de presencia. Llegaban a Barcelona como cabezas de cartel de una jornada que acusó algún desajuste de sonido pero que afortunadamente no desentonó en la última actuación del día.

Si Bad Religion celebrarían al día siguiente su casi medio siglo en activo, Pennywise tampoco se quedan cortos, y aunque su último disco Never Gonna Die queda ya en un lejano 2018, la realidad es que llevan alzándose contra el sistema con su hardcore melódico desde 1988. Con 12 discos a sus espaldas y un catálogo infinito de temazos que aquí rescataron sobretodo de su época más exitosa, la que abarca desde su debut homónimo en 1991 hasta el Land of Free de 2001 aproximadamente, con especial énfasis en sus aclamados About Time (1995), Full Circle (1997) y Straight Ahead (1999). Así arrancaron con la batería endiablada de ‘Wouldn’t It Be Nice’ y el protagonismo de las cuatro cuerdas en la intro de ‘My Own Country’, incitando a los fans oldschool a dejarse llevar por ese regalo nostálgico.
Para el cuarteto de Hermosa Beach parece no haber pasado el tiempo, Jim Lindberg bajo su inseparable gorra y el carismático Fletcher a la guitarra haciendo de portavoz y animando a las masas a abuchear a su país natal con el telón de fondo de himnos infatigables como ‘Same Old Story’, ‘Homesick’ y ‘Fuck Authority’. Temas que a juzgar por la media de edad de los allí reunidos, a muchos les transportaron a sus años de adolescencia: gorra, calcetines altos y skate bajo el brazo.
Vasos de cerveza volando, pogo palpitando y desenfreno generalizado cuando se sacaron de la chistera un homenaje a NOFX en un medleycover con fragmentos de ‘Bob’, ’Kill All the White Man’, ’Don’t Call Me White’ y ’The Brews’, vacilando cariñosamente desde la distancia a su colega Fat Mike. Un breve offtopic cachondo con el que de buen seguro muchos revivieron aquella gira de despedida de hace un par de años en el mismo recinto.

Era imposible decaer el entusiasmo con ‘Perfect People’, ‘Living for Today’ o ‘Alien’, ni siquiera en los cansinos parones en ‘Society’ para interactuar con la gente antes de llegar a su versión de la entrañable ‘Stand By Me’ de Ben E. King. Con el público a sus pies y una actitud irreprochable encaraban el fin de fiesta con la seguridad del que no solo tiene una buena mano, sino que además guarda para el final el mejor As bajo la manga.
Tras hora y poco de un recital sin fisuras despidieron el Reconstruction Tour como manda la tradición, elevando el punkrock a un sentimiento de hermandad que solo entienden los que han coreado ese estribillo frente a ellos alguna vez. Amparados por varios miembros de las bandas protagonistas de la jornada en los laterales del escenario, dedicaban su himno por excelencia a un compañero fallecido unas semanas antes. Con una mezcla intensa de agotamiento físico y piel de gallina todas las gargantas se acoplaron al unísono en ‘Bro Hymn’ para concluir el día impregnando cada rincón del Poble Espanyol con los coros más famosos de la historia del punkrock.
SÁBADO – 45 YEARS DOING WHAT YOU WANT
Encaramos la segunda jornada en un recinto adecentado en tiempo record que abría sus puertas sobre las 17:30 de la tarde aún con la resaca física y mental haciendo mella (guiño). A diferencia del viernes, se notaba la conjunción de tres factores: día no laborable, entradas agotadas y un cabeza de cartel que trasciende estilos y generaciones. Todo eso ayudó a que cuando Belvedere saltó al escenario, la plaza ya luciera bastante más llena que el día anterior. También es cierto que la banda canadiense es muy querida por estos lares y perdérselos en pos de una cervezas previas, no parecía una decisión muy acertada.
Su hardcore melódico de aroma californiano entró fresquísimo bajo un sol abrasador, arrancando con ‘Two Minutes for Looking So Good’ y ‘Repetition Rejection’, calentando motores para una noche histórica. Las bromas de su batería Casey cegado por un sol infernal, la sonrisa de Steve Rawl a las voces y los punteos afilados de su segundo guitarra, Dan Wollach, con su particular headbanging, nos metieron el buen rollo en el cuerpo desde el primer momento. Rawl quiso destacar la presencia de su hijo, con quien minutos antes había estado al frente del tenderete del merch de la banda, y aprovechó para felicitarle el cumpleaños a su esposa entre cortes donde destacaron: ‘Happily Never After’, ‘Elephant March’ y ‘Closed Doors’.
La jornada no había hecho más que empezar y sabiendo que Barcelona era la última fecha de esta gira que ha recorrido 6 ciudades españolas más Lisboa, no esperábamos menos que un final de carrera a la altura de las circunstancias. Por eso sorprende que el de Strung Out fuera quizás el directo menos destacable de la tarde. Y no por falta de tablas, la suya es también una carrera de larga trayectoria con discos fundamentales que van desde el excelente Suburban Teenage Wasteland Blues (1996) o el Transmission.Alpha.Delta (2015) hasta llegar a su más reciente Dead Rebellion (2024). Su influencia en el escenario punk internacional y la habilidad que les distingue para mezclar la rapidez del punk, la melodía y la complejidad de las guitarras metálicas está fuera de dudas, pero ni cortes como ‘Analog’, ‘Bring Out Your Dead’ o ‘Exhumation of Virginia Madison’ parecieron acabar de conectar del todo a Jason Cruz y el resto de banda con la mayoría de público presente más allá del celebrado intervalo del ‘Walk’ de Pantera.

Menos problemas tuvieron los locales Crim que jugaban en casa y que cuentan con una base de apoyo incondicional que siempre les sostiene ya toquen en la fiesta mayor de Palafolls a las 2 de la mañana o ante 5000 personas en el cumpleaños de Bad Religion. Méritos no les faltan, su actitud y honestidad destacan en el panorama del punkrock local y tienen ya las ruedas quemadas de llevar allí donde haga falta los dardos de unas letras que cuestionan el sistema desde la voz desgarrada de Adrià.
Pasadas las 20 de la tarde, el cuarteto alzaba las llamas contra el cielo con ‘Blau sang, vermell cel’ antes de presentar en suelo catalán el primer adelanto de un nuevo disco que verá la luz el próximo otoño. ‘Carnets de punk’ es un tema que va ganando con las escuchas al estar más alejado de la línea habitual de la banda y que manda un saludo envenenado a los enteraditos que se creen con la potestad de decidir qué es y qué no es punk detrás de una pantalla. A todos nos viene alguno a la cabeza, ¿verdad?
Les noté un poco más nerviosos de lo habitual, como reconoció el propio Adrià mientras agradecía la oportunidad y la labor de un equipo que hace posible que la máquina ruede detrás del escenario. Justo ahí, en lo alto de una de las ventanas, Vinnie Stigma hacía su particular show saludando al público en el mismo instante en el que se produjo un breve corte en el sonido del directo. No sé si las monerías de Vinnie tuvieron algo que ver, lo que sí sé es que la gente no abandonó a Crim y entonó a capela las líneas de ‘Benvingut enemic’ como quien recita un salmo en un domingo de misa.
Un tipo con una bandera palestina en las primeras filas y todos a su alrededor coreando ‘Una cançó i una promesa’, ‘Patrimoni mundial’ o ‘Hivern etern’ en un canto de furia a la verdad. Con el mismo ímpetu que Maio atento a cualquier imprevisto en el lateral del escenario. Con la sang culé de Marc en la batería enfundándose una camiseta del Barça con el logo de la banda en homenaje a los campeones de Liga. Con el infeccioso punteo del estribillo de ‘Vam riure tant’ aunque este sea un mundo de mierda. Volviendo a los ‘Vaixells de Paper’; partiéndonos en dos en ‘Verí Caducat’; maldiciendo el paso del tiempo con los brazos tan altos como el orgullo por esta banda en ‘Castells de sorra’; y cerrando con un Dios que no existe en una noche no especialmente favorable para la religión en la final ‘Pare nostre que esteu a l’infern’.

Tras la cata de crema catalana tocaba volver al “viejo Nueva York” y qué mejor que hacerlo junto al autoproclamado primer punk de la ciudad de los rascacielos, Vinnie Stigma, y unos veteranos Agnostic Front que emergían de las sombras frente a unos focos azules con la épica de Morricone. Aunque para épica su historia, la de los padrinos del hardcore, supervivientes indomables cuyo sonido ha trascendido generaciones y sigue vigente a día de hoy.
Salieron con la tranquilidad del que se sabe consagrado y se enchufaron rápido con ‘AF Stomp’ y ‘The Eliminator’, con un Roger Miret al frente alentando al circle pit desde el primer segundo. Del mismo modo que sus hermanos de Madball el día anterior, conectaron fácil con el respetable cuando en español arrancaban un ‘A mi manera’ para luego complementarla con ese himno estructural del vivir la vida sin dar explicaciones, ‘My life, my way’.
Aunque la edad no perdone y la voz de Miret marque cada vez menos sílabas, la banda sigue derrochando la actitud y la intensidad propias de unos pioneros que llevan su sonido en la sangre. Enlazando con urgencia temas de su The American Dream Died (2015) que apuntan a sus raíces como ‘Only in America’ y ‘Old New York’, con la camadería oi! de una celebrada ‘For My Family’ que hizo vibrar la plaza al grito de “HARDCORE!”.
Lo de Vinnie Stigma es un espectáculo aparte. Sin ánimo de profundizar en la polémica clásica de si toca o no toca, solo usaré las sabias apreciaciones de mi amigo Dani al respecto: “El otro guitarra debe estar pensando: ‘mucha pose, pero si yo no toco, este barco se hunde’”. Licencias de leyendas. Sea como sea, cualquiera puede aprender los acordes, pero ninguno puede ser Stigma, y por eso la foto más repetida de sus directos siempre será la de su brazo en alto mostrando la firma de su guitarra. Un showman sonriente que igual se adueña del micro para “cantar” ‘Power’ como se baja al foso bien respaldado para colarse en pleno circle pit desatando la locura en la plaza.
Zanjaron repertorio con dos trallazos de puño cerrado, la versión de ‘Crucified’ de Iron Cross, que ya forma parte de su ADN, y la guerrera ‘Gotta Go’. Para su último suspiro, y tras aproximadamente una hora de espíritu old school, se encomendaron a Johnny, Joey, Dee Dee y Tommy Ramone con su eterno ‘Blitzkrieg Bop’.

Para entonces ya no cabía ni un alma en el Poble Espanyol, muchos llegaron agotados y desfasados a la celebración, pero esta fiesta de cumpleaños no era ni una obligación ni un compromiso, era la conmemoración de una trayectoria sólida que recoge la historia del punkrock en sus entrañas. 45 Years Doing What You Want fue el nombre escogido para la gira española de Bad Religion en homenaje a casi medio siglo de carrera. Su mejor regalo, el cartel de entradas agotadas y la entrega de un público que ha crecido con ellos desde aquél How Could Hell Be Any Worse? (1982) hasta su ultimo Age of Unreason (2019).
Haciendo gala de la sobriedad y profesionalidad que les caracteriza, iniciaron su repertorio frente a una lona negra con el nombre de la banda en rojo y poniendo el foco en los 90 en una ‘Recipe for Hate’ recibida con un entusiasmo ensordecedor. El mismo que no les abandonó cuando repasaron sus 17 discos de estudio en esa máquina del tiempo de hits que recordó ‘Supersonic’, ‘You Are (the Government)’, ‘Candidate’ o una ‘No Control’ que provocó un estallido de locura generalizada.

Bajaron las revoluciones en ‘Struck a Nerve’ con un Greg Graffin a los mandos que sigue recitando cada verso de cada tema con la pausa y la convicción de un catedrático. Amarrado a su pie de micro sin aspavientos ni excesos que desdibujen la urgencia del mensaje. Escuchar sus dictados en ‘New Dark Ages’, ‘My Sanity’ o en esa puñalada al androcentrismo que es ‘Modern Man’, es lo más cercano a asistir a una conferencia intensiva de punkrock en la universidad de la vida. A su lado y haciendo más grande aún si cabe este proyecto, fluían con la sintonía de la experiencia un Jamie Miller incansable a la batería, Mike Dimkich y el icónico Brian Baker a las guitarras y el bajista Jay Bentley, quien no se separó de su sombrero y chaqueta de cuero en toda la calurosa noche. Un recuerdo también para Brett Gurewitz que es alma y pilar fundamental en esta historia, aunque no estuviera presente.
Con semejante catálogo de himnos en su haber durante más de 4 décadas, era difícil no acertar las teclas, y aunque añoramos temas como ‘Punk Rock Song’ o ‘Los Angeles is Burning’, incendiaron igual el Poble Espanyol con clásicos inmortales del calibre de ‘I Want to Conquer the World’, ‘Fuck Armageddon…This Is Hell’, Generator’, ‘You’ o ‘21st Century (Digital Boy). Entre abrazos de una multitud exaltada y algún que otro placaje de Seguridad al excesivo desfase de otros, la fiesta llegaba a su recta final tras hora y media de un directo prácticamente impecable. Remataron faena con ‘Sorrow’ y la monumental ‘American Jesus’ en los bises, 25 temas después y con un emotivo discurso de Bentley apelando a la solidaridad y la defensa de los menos favorecidos. Un honor soplar las velas con ellos. Que cumplan muchos más.<
SANDRA ASTOR Y JORDI MEYA