Lo que ha hecho Dani Llamas en su nuevo disco tiene un mérito tremendo. El jerezano ha cerrado un círculo musical y vital acudiendo a esas raíces de las que había estado alejándose toda su carrera. Si durante 20 años, Llamas había perfeccionado el dominio de un lenguaje ajeno a través del punk rock y la americana, ya fuera con G.A.S. Drummers o en solitario, aquí vuelve a casa para revelarnos La Verdad. Su verdad.
Ello no significa que Llamas haya renegado de lo que hacía antes, sino que ha logrado fusionarlo con una parte de sí mismo que nunca había mostrado. Por eso La Verdad no es un disco de flamenco, aunque su influencia está en cada uno de sus surcos. Por eso aunque lo escuches cantar por primera vez en castellano, nos resulta tan familiar a como lo hacía en inglés. Si alguna vez cobra sentido la etiqueta rock andaluz, es escuchando este disco en el que dos mundos lejanos configuran un único paisaje. El eléctrico arranque con ‘Se Canta A Lo Que Se Pierde’, donde parece que le acompañen Crazy Horse, ya te sitúa de inmediato en él.
‘Fandangos De La Libertad’ apuesta por inflexiones más flamencas, con una sorprendente naturalidad, y más presencia de acústicas sin que se pierda ni un ápice de intensidad. En ‘Fui Piedra’ parece que se haya llevado a los Wallflowers de Jakob Dylan a pasear por un campo de olivos, y en ‘Pozo De La Víbora’ recoge a Ramón Rodríguez (The New Ramon) en el viaje. Pese a moverse por diferentes registros, de la jovialidad de ‘El Salto Al Cielo’ o ‘La Verdad’ a la contención tormentosa de ‘Caulina’ o la versión de ‘Con El Viento Y Con El Agua’, todo el paquete tiene una enorme coherencia.
En un ejercicio parecido al que hicieron Wilco y Billy Bragg en Mermaid Avenue (1998) musicando textos de Woody Guthrie, Llamas ha recuperado versos del cante antiguo, mezclándolos con propios, creando un hilo conductor entre pasado y presente. Y es que las circunstancias cambian, pero la experiencia humana permanece. Ésa es la verdad.
MARC LÓPEZ
BONUS TRACK CON… DANI LLAMAS
La Verdad es un disco distinto a todo lo que has hecho antes. ¿Te tomaste el disco como un juego, un reto, una oportunidad de reinventarte…?
«Después de 25 años componiendo música en inglés, necesitaba ensanchar el horizonte creativo de mis canciones. En 2018 estuve grabando un disco en Los Ángeles con Joey Cape. Recuerdo uno de los momentos íntimos productor-artista en esa casa de Los Feliz, cuando me dijo que cómo era posible que siendo mi lengua materna el español, que escribiese tan buenas letras en inglés. Ahí fue cuando decidí que tenía que intentar de una vez por todas hacer algo en castellano. Me puse unas normas, no quería hacer letras de amor, y tampoco contar demasiadas cosas íntimas. Quise hacer un disco que hablara de la tierra de donde vengo. Al principio quise sólo hacer un disco dedicado a lugares. Topónimos, lugares que existen que darían los nombres a las canciones. Al final solo hay varios (Caulina, Pozo De La Víbora, El Salto Al Cielo) entre todos los títulos. Ha sido un disco muy enriquecedor, el más difícil de todos los que he hecho, y quizás el que más he disfrutado».
Este mismo año ya habías publicado Grant. ¿Trabajaste en los dos discos en paralelo o uno vino después del otro?
«La Verdad se acabó unos días antes del confinamiento. Lo compuse y grabé todo en un mes. Fue una suerte de revelación divina. Grant se me ocurre en pleno confinamiento duro, llevaba tiempo queriendo hacer un homenaje a mi amigo Grant Hart y me pillé una tarjeta de sonido por internet y lo hice todo en casa en una semana, con la ayuda de varios amigos».
Desde fuera siempre me has parecido con unos gustos musicales muy americanos, pero aquí has mezclado esas influencias con temas flamencos. ¿Te has reconciliado de mayor con el flamenco o siempre lo has escuchado?
«Yo nací y me crié en Jerez. Mi barrio, Santiago, es una de las cunas del flamenco. Sin embargo yo crecí en cierta manera contra todo aquello. Cantar en inglés, con referencias de músicas del otro lado del charco, las subculturas urbanas del punk y del skateboarding, eso me definía cuando empecé a hacer música con 14 años. Ahora tengo 40 y mi viaje ya es de vuelta. Ya he estado en el punk, en el rock americano, en el hardcore, he viajado y girado mucho, he conocido y confraternizado con muchísimos de los que eran mis ídolos de mi juventud que ahora son mis amigos. Hace mucho tiempo ya que me di cuenta de la importancia de las raíces para la frondosidad y la robustez de un árbol. No se ven, están bajo la tierra, pero a través de ellas te nutres y das consistencia a tu discurso. La música de mi infancia, la de mi madre y mis abuelos, siempre ha sido el flamenco y la copla. Es nuestra cultura popular, la que ha ilustrado momentos familiares, comidas, penas y la que le ha dado una seña de identidad a mi pueblo, Andalucía. Esa cultura popular es de todos. Yo he acudido a esa fuente a limpiarme heridas de guerra y a mirarme frente al espejo. Y ahora he encontrado un camino creativo donde pueden ir de la mano esos dos mundos sonoros, y así ser mucho más honesto en mi arte».
Titulando el disco La Verdad, no sé si es como una manera de decir ‘Éste soy yo de verdad y de dónde vengo’.
«Correcto. Aunque también es una reflexión sobre lo que de verdad importa en el arte. Mi única cruzada es la búsqueda de lo verdadero en la música. Hace ya mucho tiempo que no me interesan los géneros musicales. Me interesa todo aquello que me consigue emocionar. Dentro de toda la música a la que estamos expuestos, hay montones de propuestas que se basan mucho más en el parecer que en el ser. Estamos expuestos a un nivel de artificialidad inquietante. Nocivo. Fatal. Cualquier música que penetre esa membrana de plástico en los tiempos que corren, es pura transgresión».
No conozco los temas originales, pero me imagino que musicalmente los has reinterpretado por completo. Debió ser todo un reto, ¿no? ¿Cuál fue el más complicado?
«La única que es una versión es ‘Con El Viento Y Con El Agua’ que es una reinterpretación de una canción de El Cabrero. Quizá fue esa la más complicada de conseguir porque nos salimos completamente de la pista, y la rehicimos de cabo a rabo. Convertimos una copla por bulerías en un mantra crooner que va al compás de la soleá por bulerías. Todo un tirabuzón creativo. El resto de las canciones son mías, pero hay algunos textos que ya cantaron previamente algunos de los artistas más antiguos del cante. También hay un montón de textos míos. Fue, claro que sí, un reto. Mezclar textos propios, versos sueltos del cante antiguo. Sin embargo, me di cuenta de lo bien que resisten muchos versos escritos en el siglo XIX a un disco creado en el XXI».
También me parece que con estos temas has descubierto una nueva voz. ¿Lo sientes así?
«Claro, es como suena mi voz cantando en castellano. Ésa era la parte más difícil. Sobre todo porque después de 25 años cantando en inglés, ya había conseguido tener una voz propia. Y ahora, a encontrar otra vez tu voz. Al principio me sonaba raro. Me daba demasiada vergüenza y por eso he tardado tantos años en dar el paso. Este disco ha sido un catalizador de cambios, y por eso le tengo tanto cariño y es tan importante».
¿Te ves grabando más en castellano a partir de ahora?
«Acabo de abrir esa puerta y ante mis ojos se ha abierto un vasto mundo de posibilidades, así que me apeteces seguir avanzando en este camino».
Por último, ¿cuál será tu próximo proyecto? ¿Hay planes para nuevo disco de G.A.S. Drummers?
«Tengo ya bastantes canciones nuevas, en castellano, siguiendo un poco el camino que ha empezado con La Verdad. G.A.S. Drummers es una banda que nunca se va a disolver. Tenemos planes de juntarnos y hacer canciones nuevas desde hace un tiempo, pero no tenemos ni presión ni una fecha concreta. Ojalá pueda ser en 2021, porque hacer canciones junto a Pablo, Rafa y Paco, y sobre todo montarte en una furgoneta con ellos es un lujo y un regalo».
MARC LÓPEZ