The Slackers regresan la semana que viene a nuestro país en muy buena compañía. Estos maestros del ska traerán toda su maleta de éxitos y un tema nuevo con una bonita historia detrás. Contactamos con su saxofonista Dave Hillyard para que nos la cuente.
La primera semana de junio llegará cargada de vibraciones positivas y nostalgia ska. Tres referentes internacionales del género —The Slackers, Dr. Ring Ding y The Toasters— se embarcan en una mini gira de tres eventos bautizados como Rude.Mad, Rude.Gas y Rude.Cat, con paradas en Madrid (5 de junio en la sala sala Mon), Vitoria-Gasteiz (6 de junio en la Jimmy Jazz) y Girona (7 de junio en La Mirona). Como aperitivo, el 4 de junio, The Slackers estarán en la sala 16 Toneladas en Valencia. (Entradas aquí)
Para The Slackers, esta gira supone algo más que una serie de conciertos. Su regreso a los escenarios europeos está marcado por el lanzamiento de su nuevo single, ‘My Last Star’ (Pirate Press), un tema nacido de un sueño —literalmente— de Greg Lee, voz icónica de Hepcat y amigo íntimo de la banda que falleció en marzo del año pasado. En un testimonio de muchos años de amistad y colaboración entre las dos bandas pioneras de las costas opuestas de Estados Unidos, con The Slackers dando forma final a esta canción que Greg soñó poco antes de morir.
Hace unos días, teníamos la oportunidad de charlar con el saxofonista y fundador Dave Hillyard desde su casa en Nueva York sobre esta gira tan especial, el trasfondo de ‘My Last Star’ y lo que significa seguir creando y tocando ska con corazón, después de más de tres décadas.
Recientemente habéis estado en la Costa Oeste haciendo una serie de conciertos, ¿cierto?
DAVE HILLYARD «Sí, hicimos cinco shows en el área de Los Ángeles y la semana anterior estuve en Hawái. He estado en seis zonas horarias distintas en las últimas seis semanas. Este fin de semana estamos haciendo un festival en Montreal y luego, en dos semanas, empieza la gira europea. Estoy un poco zombi, así que disculpas por avanzado”.
¿Con el tiempo has aprendido algún truco para combatir el jet lag?
«La regla general dice que cuando llegas a un lugar trates de quedarte despierto al menos hasta las 11 de la noche o la medianoche, que no te vayas a dormir durante el día, a menos que realmente te estés desmayando (risas)».
Hace unas semanas habéis lanzado vuestro nuevo single ‘My Last Star’ que está dedicado a Greg Lee de Hepcat. ¿Cómo lo definirías como una colaboración, un homenaje, un tributo?
«Es muchas cosas. Es un tributo. Greg fue también el co-compositor, porque escribió las letras. Así que escribió las letras para su propio tributo, lo cual definitivamente es… Hay muchas cosas del continuo espacio-tiempo con este single. Todo ocurrió una semana antes de que falleciera. Así que, obviamente, él no sabía que iba a dejarnos. Tuvo un sueño, y el sueño era que estaba escuchando una canción en la radio de su coche,
y la canción que estaba sonando era de The Slackers. Era una canción que no conocía, pero era la voz de Vic (Ruggiero), y estaba bastante seguro de que sonaba mi saxofón. Así que se despertó, escribió la letra lo mejor que pudo recordar e hizo una pequeña maqueta. Todo esto fue como a las 2 de la mañana. Y se lo mencionó a su novia, Mandy, así que ella sabía lo que había pasado. Y luego estuvo trabajando en la canción durante los siguientes días, tratando de averiguar qué iba a ser. Y luego falleció».
Vaya. ¿Y cómo llegó la canción a vuestras manos?
«Cuando escribí a Mandy para darle el pésame, ella me contó la historia de esa canción, era la última en la que Greg trabajó. Así que me la pasó. Luego, una vez que escuché la maqueta, fue como: ‘OK, tengo que terminar esto. Tengo que completar el círculo y hacer el sueño realidad’. Sólo teníamos la melodía de voz y algo de las letras, así que construimos el resto de la canción sobre eso. Nos dejamos llevar totalmente por el instinto, sin forzarlo, tenía dejar que simplemente ocurriera y la verdad es que la música surgió bastante rápido. Como al cabo de poco teníamos una sesión de grabación programada pudimos grabarla y luego Victor Rice la editó y mezcló. Fue bueno tener a alguien fuera de la banda que hiciera ese trabajo porque era algo tan personal que para mí era difícil tener algo de perspectiva. Greg era uno de mis mejores amigos. Me halaga que estuviera soñando con los Slackers, pero la presión de hacer algo a la altura era mucha. Fue una experiencia muy extraña».
¿Personalmente has tenido alguna experiencia similar? ¿Has soñado canciones o piezas musicales que luego has podido utilizar?
«Sí, claro. Es algo que pasa. El problema es que siempre es que piensas que te vas a acordar cuando te despiertes y luego no recuerdas nada (risas). Pero definitivamente he escrito canciones que fueron inspiradas por sueños”.
¿Y son siempre canciones parecidas al sonido de los Slackers, o alguna vez has soñado, no sé, una canción de thrash metal?
«(Risas) Creo que las que recuerdo son de nuestro estilo. Por ejemplo, ‘Chewing On A Face,’ fue en parte inspirada por un sueño que tuve hace muchos años. Aunque el sueño me inspiró más la letra que la música. Pero sí, he tenido canciones completas que me han venido y en el sueño soy capaz de tocar todos los instrumentos. Pero también he tenido sueños opuestos, en los que estás en el escenario y de golpe alguien te da un bajo y tienes que tocarlo. Y solo soy capaz de hacer ruido (risas)”.
Cuéntame un poco sobre tu relación con Greg. ¿Cómo os conocisteis?
«La primera vez que conocí a Greg fue en un concierto de Toots And The Maytals. No nos conocíamos, y Toots estaba tocando la canción ‘Pomp & Pride’ y animó a todo el mundo a saltar la barrera porque era uno de esos festivales con asientos. Yo debía tener como 19 o algo así, y creo que Greg también tenía como 18 o 19. Los dos saltamos la barrera y había una masa de gente bailando alrededor y yo estaba rebotando al lado de este tipo. Ese fue nuestro primer contacto. Y como un mes o dos después, yo estaba buscando una banda porque la mía en San Diego se había disuelto. Así que buscaba hacer algo diferente. Estaba en Los Ángeles y un tipo que conocía un poco me dijo que tenía una banda llamada Hepcat que ensayaban en el Valle de San Fernando y si quería pasarme por ahí. Y ahí estaba Greg. Así que pasé la prueba y estuve en el grupo algo más de dos años. Luego me mudé a Nueva York, pero mantuve la amistad con Greg. Nos sentíamos muy unidos porque ambos queríamos hacer algo más roots, más tradicional. Era algo atípico porque nos rodeaba el mundo del hair metal, y las bandas de ska que existían tocaban más rápido, era ska punk, y a nosotros nos consideraban lentos. Así que al principio Hepcat no fuimos muy populares, costó un tiempo. Yo grabé Out of Nowhere, y luego me mudé a Nueva York para estar con mi novia en ese momento. Pero después de dejar Hepcat seguimos siendo amigos, incluso nos hicimos más amigos después, Cuando me apunté a la universidad para hacer un posgrado, él me decía: ‘No, deberías volver a la música, hacer música’. Siempre me apoyó cuando empezamos con The Slackers y con todos mis otros proyectos musicales”.
¿Qué dirías que hacía especial a Greg? Yo vi a Hepcat en directo un par de veces y parecía alguien a quien la música le salía de dentro. La forma en que cantaba, la forma en que se movía, la forma en la que caminaba, todo era muy musical.
«Sí, pero creo que le tomó un tiempo descubrirlo. Ambos conectamos porque teníamos esa música dentro, pero a veces es difícil que salga. Ambos venimos de familias musicales, pero nunca nos consideramos los mejores músicos de la familia (risas). Estábamos en el rango más bajo, así que nuestras familias no nos tomaban en serio como músicos. Creo que conectamos por eso y por un amor profundo por el ska. Creo que él simplemente encarnaba, confiaba en esa energía cuando actuaba, pero como te decía le llevó un tiempo. Yo conocí al chico joven, algo tímido que luego maduró».
En cierta manera, estos conciertos en España son como cerrar el círculo porque Out Of Nowhere fue publicado por Moon Ska Records, que es el sello de Bucket de The Toasters, que también están en la gira.
«Sí, Moon Ska le dieron la oportunidad a mucha gente. Hicieron el primer disco de Hepcat y también el primer disco de los Slackers, Better Late Than Never. Pero les costó mucho mantener el éxito. Casi todos los segundos discos de las bandas que sacaron no funcionaron tan bien. A Bucket le costó encontrar el equilibrio entre avanzar con The Toasters y dirigir el sello. No es fácil. Puso en marcha muchas cosas, pero en los 90 se le hizo cuesta arriba. Nosotros tuvimos la suerte de fichar por Hellcat, pero en los 2000 también nos resultó fue complicado. Muchas bandas de los 90 lo dejaron. Nosotros tuvimos que reconstruir nuestra carrera. Hemos tenido suerte de crear una buena comunidad de gente que sigue a The Slackers, pero no ha sido fácil».
Cuando en los 90 las bandas más ska punk empezaron a tener mucho éxito, ¿sentías algún tipo de resentimiento hacia ellas o pensaste que sería beneficioso para vosotros?
«Bueno, terminó beneficiándonos en el sentido de que gracias a que Tim Armstrong tuvo éxito con Rancid, y Epitaph tuvo éxito con el punk, pudo crear el sello Hellcat. Así que eso definitivamente fue un beneficio. Terminó dándonos una plataforma para nuestra música. Lo que sí me molestaba es que a cualquier banda que tuviera una sección de vientos ya se le metía en al escena ska. Es como, bueno, justifícamelo. ¿Por qué es ska? Hay miles de bandas que tienen metales que no son ska. Pero bueno, mientras haya espacio para las bandas de raíces, estoy feliz. De todos modos, tampoco soy un purista, muchas veces también terminas mezclando estilos incluso inconscientemente. En el primer disco de Hepcat, muchas de las canciones más innovadoras fueron las canciones que fueron errores. Cometimos errores y terminó siendo diferente de lo que era originalmente. Así que tienes que estar abierto a eso. Y The Slackers somos una banda de estilo muy híbrido, en el sentido de que tenemos una gran influencia de ska, rocksteady, reggae, pero también tocamos rock and roll y soul, latín, boogaloo, muchas influencias. En este punto, solo tocamos lo que nos hace felices. Siempre referenciamos el ska antiguo porque nos hace felices. Mientras el ska nos haga felices, lo seguiremos tocando. Eso me motiva».
La gran mayoría de la gente identifica la música ska como música fiestera, música animada, pero también tiene un lado triste.
«Siempre hay un lado triste. The Slackers somos especialistas en hacer canciones aceleradas con letras tristes. Esa es como que la gente piensa en el blues como algo solo triste, pero también hay blues feliz, hay blues político. Puedes tener muchos estados de ánimo. La música ska también se presta para eso, y siempre lo ha hecho. Creo que algunas personas se sienten atraídas por el lado feliz, porque les gusta una música que es solo un escape y una fiesta, y está bien. A veces necesitas desahogarte, pero también puedes poner un mensaje ahí. Hay distintas cosas para tu cuerpo y tu mente, y todo está conectado. Tenemos canciones muy tristes, tenemos canciones políticas, tenemos canciones rabiosas, tenemos canciones felices. Quiero decir, nuestra canción ‘Happy Song’ en realidad trata sobre el suicidio, así que imagínate”.
En los últimos años ha habido bastante debate sobre la apropiación cultural. Siendo una banda que ha sido, digamos, bendecida por artistas jamaicanos., ¿qué opinas al respecto?
«Sí, bueno, es un debate que siempre ha estado ahí y del que soy consciente. Creo que cuando tratas la música con respeto, muestras que la amas y siempre das crédito a los pioneros y a la gente que vino antes que tú, no debería haber problema. Yo veo el ska, la música como algo tridimensional. Pero a fin de cuentas,The Slackers, tenemos que aceptar que somos tipos estadounidenses que crecimos escuchando música jamaicana. Yo he escuchado música jamaicana desde que era niño. Mi padre escuchaba reggae en los 70, así que ha sido parte de la banda sonora de mi vida, y realmente la amo. Pero reconocer las raíces también es reconocer que mucha gente no tuve las mismas oportunidades por cuestión de raza. Mucha gente no tiene las oportunidades de salir en la radio o en la televisión. Así que si tú la tienes, tienes que aprovechar para dar reconocimiento a todos los que estuvieron antes que tú. Puedes decir: ‘hay una banda llamada The Skatalites y deberías escucharlos, deberías tener sus discos como parte de tu colección’. O hablar de Glen Adams. Cuando conocí a Roland Alphonso o a Tommy McCook, podrían haberme mandado a la mierda, pero fueron muy amables. Me mostraron ejercicios en el saxofón, me mostraron cosas para practicar. Y hablamos sobre la música y lo que significa improvisar, sobre qué tienes que hacer para ser un músico. Roland siempre decía: ‘tienes que conocer todos tus acordes, tienes que conocer todas tus escalas. Tienes que estar preparado porque la música, te puede demandar cosas que no esperas’. Es importante porque vivimos un momento en el que el racismo no está muerto, el imperialismo no está muerto. Ahora en los Estados Unidos es una época muy loca».
¿Ese auge del racismo es algo que sientas en las calles o es más una cosa de los medios y redes sociales?
«Bueno, es que mucha gente interactúa a través de las redes sociales, ni siquiera salen a la calle. Pero la tensión es real. Yo vivo en un barrio que es predominantemente de gente de la República Dominicana, es un entorno mayormente de habla hispana, y definitivamente recibo más miradas de desconfianza. La gente está nerviosa y tiene miedo. Incluso si hablo español con la gente, se ponen nerviosos».
¿Te ven como si fueras un agente de inmigración o algo así?
«Correcto. Es como: ‘¿Por qué me está haciendo preguntas?’, ya sabes. La gente está asustada por dónde va a llegar todo esto. No saben en quién confiar. Los fanáticos de Trump intentan ocupar todo el espacio».
Para ir terminado, vuestro último álbum, Don’t Let the Sunlight Fool Ya, salió hace tres años. ¿Estáis trabajando en material nuevo?
«Sí. Tenemos 11 canciones ahora mismo que hemos ido grabando en el último año. El debate interno en la banda es: ¿vale la pena hacer un álbum? ¿O deberíamos hacer más sencillos? Esa es la cuestión. Precisamente esta tarde vamos a hablar con los chcios sobre esto. Tenemos material, pero ¿es lo suficientemente bueno como para ser un álbum de Slackers? Será un debate feroz (risas)«.
¿Cuál es para ti el mejor álbum o el más completo de The Slackers?
«Todos tienen cosas diferentes. Siempre soy muy crítico con los álbumes. Creo que en los dos primeros álbumes aún estábamos encontrando nuestro lugar. The Question es una de las primeras veces en que tocamos al nivel del potencial que teníamos y con mucha variedad también. Es un álbum largo, son 19 canciones. Y luego Wasted Days fue más experimental, jugamos con diferentes instrumentos y estilos. Close My Eyes es muy confesional y oscuro, justo después del 11 de septiembre. Peculiar fue como un álbum de reinicio porque básicamente hemos estado tocando con la misma formación desde entonces. Podría ser mi favorito. Y Sunlight fue otro álbum de reinicio, saliendo de la pandemia tuvimos la oportunidad de reiniciar quiénes éramos».
Y una última cosa: ¿Todavía te consideras el peor músico de tu familia?
«No (risas). Pero tengo perspectiva. Tengo un par de primos que eran como niños prodigio y mi hermano tiene muy buen oído, es un muy buen armonicista de blues, pero no se lo toma en serio aunque tiene la habilidad de tocar cualquier instrumento. Tal vez sigo en un escalón inferior, pero probablemente ya no soy el peor (risas)”.
JORDI MEYA