A pocas semanas de que Pennywise regresen a nuestro país encabezando el Reconstruction Tour. Fletcher Dragge, guitarrista y fundador de la banda, nos atendió desde California para hablar de este esperado reencuentro.

Jim Lindberg (voz), Fletcher Dragge (guitarrista), Randy Bradbury (bajo) y Byron McMackin (batería) ya tienen las maletas apunto para en dos semanas subirse a un avión e iniciar el próximo 16 de mayo en el Poble Espanyol de Barcelona su Reconstruction Tour, una gira europea en la que los de Hermosa Beach compartirán tablas con nombres tan potentes como Propagandhi, Comeback Kid o Madball. (Entradas aquí).

En una charla sincera, directa y cargada de anécdotas, Fletcher reflexiona sobre el estado actual del punk, la dificultad de mantener la chispa creativa tras tantos años de carrera y la entidad de su canción más emblemática, ‘Bro Hymn’. También le preguntamos por qué hace ya siete años que no lanzan un nuevo disco. Aunque el guitarrista deja claro que esto no va de nostalgia: esto va de verdad, compromiso y pasión.

Estamos muy felices de que volváis a tocar en Barcelona y tan bien acompañados. ¿Cómo confeccionasteis el cartel de este Reconstruction Tour?
FLETCHER DRAGGE «Sí, creo que va a estar muy bien, tío. Muy, muy guay. Y todo el conjunto… es un buen equilibrio de todo. Hay una mezcla de géneros bastante interesante. Creo que va a ser un día entretenido».

¿Tienes alguna amistad o relación personal con las otras bandas del cartel?
«Un poco con Comeback Kid. Hemos tocado con ellos un montón a lo largo de los años, aunque no solemos hacer giras juntos. Estuvieron en el Warped Tour en su día, y en algunos festivales y demás. Con Propagandhi, no demasiado. Probablemente he coincidido con ellos un par de veces, pero no les conozco bien. No son una banda que toque muy a menudo, ¿verdad? Será interesante, porque nosotros somos bastante políticos, y ellos obviamente también, mucho. Son como la versión moderna de Minor Threat, de alguna manera. Será interesante pasar tiempo con ellos y hablar de la situación actual del mundo. Sé que están a punto de sacar un disco nuevo. Es un momento bastante loco, así que creo que es un cartel muy guay para compartir ahora mismo con todo lo que está pasando… me refiero al mundo, pero sobre todo a Estados Unidos, que nos afecta a todos».

Y en Barcelona también tocará Madball.
«¡Sí! Será aún mejor. Lo redondea. Madball lo está petando últimamente. Llevan arrasando desde siempre. Me encantan. Amo toda la escena de Nueva York. Siempre dan conciertazos. Están creciendo cada vez más, lo cual mola mucho después de tantos años, especialmente en Europa. Así que sí, va a ser un cartel de locura. Un gran día».

Cuando eras adolescente, ¿cuánta información tenías sobre la escena hardcore de Nueva York?
«Bueno, no teníamos Internet, no había Instagram, ni Facebook, ni siquiera podías buscar cosas sobre una banda. En los primeros años de Pennywise fue cuando empezaron los ordenadores, básicamente. Solo tenías lo que leías en los fanzines o lo que te contaba la gente. Me gustaba mucho la escena de la costa este: Minor Threat, todos los grupos de Discord, Void, Faith… Luego tenías a Agnostic Front, Murphy’s Law, Sick Of It All… toda la movida de Nueva York. Nuestra primera experiencia con ellos fue en un festival en Italia que se llamaba East Coast vs. West Coast. Había rivalidad. No era nada grave, pero existía esa idea de que la costa este era mejor. La costa oeste también tenía una escena potente con T.S.O.L., Black Flag, Circle Jerks, Descendents, Dead Kennedys… Era una especie de competición. Recuerdo llegar al festival pensando que íbamos a tener que pegarnos con esos tíos. Yo miraba a mi equipo como diciendo, ¿quién va a estar conmigo si hay bronca? Todos estábamos un poco tensos, preguntándonos si habría problemas o si todo iría bien. Los primeros que conocimos fueron Sick Of It All, y eran los tíos más majos del mundo. Desarrollamos una relación muy cercana con ellos. También Jimmy G. de Murphy’s Law es uno de nuestros mejores amigos. Me escribió el otro día, de hecho. Vinny Stigma venía a nuestros conciertos en Nueva York. Al principio no sabíamos mucho, pero sabíamos que daban miedo y que eran duros. California era violento, pero Nueva York siempre tuvo esa fama de ciudad dura. Al final eran tipos súper simpáticos, pero también algo mafiosos… hay gente ahí que no se anda con tonterías (risas). No sabíamos mucho, pero nos molaba la música y el rollo que transmitían».

«¿Descendents van a hacer algo mejor que Milo Goes to College? No. ¿Nosotros vamos a hacer algo mejor que Unknown Road o Full Circle? Difícil» FLETCHER DRAGGE

Como has dicho Propagandhi sacará un disco nuevo. ¿Tenéis algo en camino con Pennywise? Never Gonna Die salió en 2018…
«Creo que tengo como 160 canciones escritas desde la pandemia. La mayoría son ideas sueltas, música con algunas letras. Normalmente yo escribo la música y Jim trabaja en la melodía y las letras, pero yo también lo hago y luego se lo paso. Todos tenemos temas preparados ahora mismo. Solo es cuestión de meternos en el estudio y pelearnos, porque somos conocidos por discutir mucho cuando grabamos (risas). No es lo más divertido del mundo, pero al final todos sienten que han aportado algo. Terminamos unas 40 canciones, las reducimos a 20, luego a 16, grabamos esas y votamos. Al final, quedan unas 12. Así es el proceso. Habrá nueva música, pero no sé cuándo. Pronto. Ya ha pasado demasiado tiempo».

¿Sientes que ahora sacar música nueva es menos prioritario o menos importante para la banda?
«Cuando tienes 10 o 11 discos, como nosotros, ya no es lo mismo. Me pasa con otras bandas también. Si Bad Religion saca un nuevo disco mañana, no me lanzo a escucharlo como antes. Me siguen encantando How Could Hell Be Any Worse, Suffer No Control. Tienen tantos discos que me gustan que al final es demasiada información. Claro que quiero escuchar un disco nuevo suyo, pero ¿lo van a superar alguno de esos tres? Lo dudo. ¿Descendents van a hacer algo mejor que Milo Goes to College? No. ¿Nosotros vamos a hacer algo mejor que Unknown Road o Full Circle? Difícil. La gente no quiere escuchar canciones nuevas. Tenemos 150 canciones en nuestro catálogo y nadie grita: ‘¡Toca la nueva!’… Bueno, alguno sí, pero en general quieren los clásicos. Son las que te hicieron popular. Cuando empiezas, haces música sin expectativas, sin pensar en el éxito. Esa pureza del principio es difícil de recuperar después de 37 años. Todo era espontáneo, sin presiones. No se puede repetir fácilmente».

¿No crees que en otros géneros sí se puede seguir componiendo con esa calidad incluso muchos años después? Pienso, por ejemplo, en Neil Young o Bob Dylan.
«Es cierto. Puede que tenga que ver con el género. Cuando tocas como Bob Dylan o Neil Young, vas más tranquilo. Pero cuando haces punk rock a los 20 estás a tope, a cien por hora. Ahora salgo del coche y me arrastro andado hasta el supermercado porque estoy hecho polvo. Soy un viejo. Decía que nunca lo sería… y mírame. El punk rock es como un sprint. Otros géneros son más como pasear. Es difícil mantener esa velocidad y agresividad con más de 50 años. Aun así, todavía podemos hacerlo. Seguimos tocando rápido. Tengo canciones nuevas. Social Distortion lo ha hecho. Tardan seis u ocho años entre discos, pero Mike Ness consigue sacar uno o dos temazos que te agarran y te transportan. Así que se puede, pero es difícil».

¿Qué te motivó a coger una guitarra por primera vez? ¿Fue el punk rock o fueron  artistas de otros estilos?
«Definitivamente fue el punk rock. Mi primer concierto fue Wasted Youth, que era su primer concierto como Wasted Youth. Tocaban también The Chiefs, The Stains, una de mis bandas favoritas de East LA, T.S.O.L. y The Adolescents. Fue un concierto brutal, y daba miedo. Creo que tenía 14 o 15 años. Yo era alto, pero era joven. Todos los demás tenían entre 18 y 30. Me voló la cabeza. Pensé: ‘Quiero hacer eso’. Un amigo me dijo: ‘Tío, podrías estar tocando así en dos meses’. Le dije: ‘¿En serio?’. Me dijo: ‘Te lo juro, no es tan difícil’. Enseguida ahorré y compré una guitarra por 60 dólares. En realidad, compré un bajo y mi amigo una guitarra. Pero él no podía tocarla, no lograba hacer acordes. Probamos una semana y me dijo: ‘No puedo’. Le dije: ‘Déjame probar’. Yo sí podía hacer los acordes, así que intercambiamos. Yo empecé como bajista porque me gustaba el look de los bajistas altos y flacos. Mike Roche de T.S.O.L. era así, peleando en el escenario con su bajo. Y pensé: ‘Sí, joder’. Enseguida empezamos a componer, ni sabía tocar bien y ya tenía una canción. Nos metimos en el garaje con un cantante y un batería y grabamos. Éramos horribles, pero nos creíamos geniales. Así empezó todo».

¿Durante los años te ha importado mejorar como guitarrista o lo tuyo es más escribir canciones?
«Totalmente como compositor. Trabajé mucho para poder tocar canciones de T.S.O.L. y Minor Threat. Algunas eran difíciles para el punk rock, así que pensaba: si puedo tocar esto, puedo tocar cualquier canción punk. Me centré en escribir canciones. Siempre doy ese consejo: si estás en una banda o quieres estar, empieza a componer. No pierdas el día aprendiendo ‘Stairway To Heaven’ o a tocar como Randy Rhoads, porque acabas sabiendo tocar las canciones de otros, pero no sabes escribir las tuyas. Y entonces tus canciones suenan como las de todos. No tienes estilo propio. Si te gusta un estilo, apréndelo y ponte a escribir. Así descubres tus matices, tu enfoque. Toco bastante raro. Hay guitarristas buenos que no pueden tocar bien canciones de Pennywise como yo las toco. Es parte del sonido, cómo muevo las manos. Muchos eligen el camino fácil, yo no. Y eso añade agresividad. Llegué al punto de poder escribir y tocar Pennywise muy bien… y ahí me quedé. Pensé: ¿debería aprender a tocar solos? ¿Pasar seis meses con eso? Nah. Los solos son una chorrada. Eso es para el rock, no para el punk. Yo los improviso. No soy un gran guitarrista, pero puedo tocar Pennywise bien. Y eso es lo único que necesito».

Eres un guitarrista muy agresivo tocando. Imagino que al principio rompías muchas cuerdas.
«Sí, un montón. Por eso ahora uso púas finas. Rompía cuerdas en cada canción. Así que empecé a usar púas finas, para que se doblen antes que romper la cuerda. También uso un sistema Floyd Rose en las guitarras, sin muelles, sin palanca, pero mantiene la afinación. Puedo afinar fácilmente en medio de una canción. Antes se me desafinaban todo el rato. Ahora he encontrado la fórmula para no romper cuerdas ni desafinar en cada tema. No me interesan los instrumentos o los equipos, no sé qué guitarra vale 20.000 pavos. Ibanez me hace guitarras personalizadas grandes, uso cabezales Mesa Boogie, ahora estoy probando uno Rev que está guay. Fender me mandó un ampli de modelado de 3.000 dólares y ni lo he abierto por falta de tiempo. Estos son mis instrumentos, mis herramientas. No me importan las guitarras caras, solo que la máquina funcione para hacer la música de Pennywise».

Cada músico tiene su definición de lo que es el éxito, pero si lo fuera, para mí sería no tener que cargar y descargar nada de material. ¿En qué momento de vuestra carrera tuvisteis un equipo de técnicos que os lo montaba todo?
«Fue bastante tarde. Al principio viajábamos con un solo tío que conducía y vendía el merch. Quizás montaba algo en el escenario. Nuestro primer técnico de guitarra fue en el 95, creo. Ya llevábamos como seis u ocho años. Ahora es casi necesario, porque siempre estamos ocupados en el backstage con entrevistas, amigos, gente de la discográfica… tener a alguien que te monte todo y te dé la guitarra es muy cómodo. A veces toca hacerlo uno mismo si algo falla, pero es lo que hay. Randy, nuestro bajista, todavía monta su equipo. Jay Bentley de Bad Religion también lo hace cada noche. Pero sí, es muy útil. ¿Cuándo sentí que habíamos tenido éxito? Nunca me lo planteé así. Todo pasó poco a poco. Ir por primera vez a Europa fue un hito. Luego Japón, Australia… cada paso era un nivel nuevo. Empezar a cobrar más, poder dejar el trabajo de construcción, eso fue otro gran paso. Pero nunca pensé en términos de éxito. Sé que somos una banda exitosa: giras internacionales durante 25 años, 10-12 discos, algunos de oro… Pero para mí, el verdadero éxito es la conexión con los fans. Que alguien te diga: ‘Cambiaste mi vida, tu música me salvó’. Gente con tatuajes de Pennywise que nos sigue desde hace 30 años. Eso es el éxito. Salir al escenario y ver a 300 o 30.000 personas cantando ‘Bro Hymn’… sentir que son parte de algo. No nos gusta parecer estrellas del rock. Queremos que el público se sienta parte de la familia. Que salgan del concierto sintiendo que participaron en algo especial. Que no solo pagaron por ver a una banda en un pedestal. ‘Bro Hymn’ ha representado eso durante años, a pesar de las barreras, la seguridad, las aseguradoras, los recintos… aún hay momentos donde salimos pensando: ‘Éramos una bola de energía’. Eso, para mí, es el verdadero éxito».

Hablando de ‘Bro Hymn’, no solo es uno de vuestros temas más populares, sino uno de los grandes himnos del punk rock. ¿Sabíais que era especial cuando lo escribisteis? ¿Cuándo os disteis cuenta de que se había convertido en lo que es?
«Yo escribí la música y el ‘Uoo-uooo’, el coro. Al principio íbamos a poner letra ahí. Pero lo dejé como melodía y se la enseñé a Jason. Tocábamos esa canción en fiestas en garajes, cuando se nos acababan los temas. Jim cogía el bajo, Jason (Thirsk) el micro, improvisaban letras y todos cantábamos los ‘uooos’. Se volvió un canto entre amigos. Dijimos: ‘oye, mola esto de un estribillo sin palabras’. No iba a estar en el primer disco, y tuvimos una gran discusión. Yo insistí en grabarla. Jason ni siquiera estaba el día que fuimos al estudio a cantarla. Me senté con su hermano y un amigo a sacar la letra de grabaciones caseras. Sabíamos más o menos de qué iba y lo que decía. Jim la cantó. Y desde entonces fue creciendo. Primero 500 personas cantando, luego 5.000. La canción trata de perder a alguien querido, sobre la amistad y la familia. Cada persona la canta por alguien distinto: un padre, un hermano, un amigo. Todos están ahí por la misma razón. Esa energía es única. Incluso gente que no se lleva bien acaba abrazada cantando eso. Se ha vuelto más grande que el punk. El otro día vi a un cómico mencionar ‘Bro Hymn’ y otro respondió: ‘Oh, sí’. Decía que cuando sonaba ‘Bro Hymn’ en las fiestas, alguien acababa recibiendo una hostia. Era el caos. Así que sí, es un honor haber co-escrito esa canción, formar parte de eso. Es un himno, tiene mucho corazón. Estamos contentos de que sea nuestra… aunque realmente pertenece a todos».

JORDI MEYA